No preguntes más cuántos idiomas puede aprender una persona, esa pregunta está mal formulada.

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No preguntes más cuántos idiomas puede aprender una persona, esa pregunta está mal formulada.

¿No te ha pasado que, en la quietud de la noche, navegando por videos, te topas con esos "gurús" que cambian con fluidez entre siete u ocho idiomas, y en silencio te preguntas: ¿cuántos idiomas puede realmente abarcar un cerebro humano?

Esta pregunta es como un hechizo. Por un lado, puede encender nuestra pasión por aprender, pero por otro, a menudo nos causa ansiedad y frustración. Nos obsesionamos con la "cantidad", como si cuantos más idiomas dominemos, más extraordinarios fuéramos.

Pero hoy quiero decirte: es posible que, desde el principio, hayamos formulado mal la pregunta.

¿Tu objetivo es "coleccionar" o "saborear"?

Déjame contarte una pequeña historia.

Imagina que existen dos tipos de "conocedores gastronómicos".

El primero, llamémosle "el coleccionista de 'check-ins'". Su galería de fotos está llena de selfies en restaurantes de moda. Puede enumerar rápidamente cien restaurantes y describir sus platillos estrella al dedillo. Pero si le preguntas por qué un plato es delicioso o cuál es la técnica culinaria y la cultura detrás de él, probablemente se quedará en blanco y cambiará rápidamente al tema del siguiente restaurante. Para él, la comida es para "acumular" y "presumir", son solo registros de sus visitas.

El segundo, lo llamamos "el verdadero conocedor gastronómico". Quizás no haya visitado tantos restaurantes, pero cada vez que se sienta a comer, saborea la experiencia con atención. Puede detectar la genialidad oculta del chef en una salsa y charlar contigo sobre la evolución de ese plato en la cultura local. Disfruta no solo el sabor, sino también la historia, la conexión humana y el mundo detrás de la comida. Para él, la comida es para "conectar" y "experimentar".

Ahora, volvamos al aprendizaje de idiomas. ¿Qué tipo de persona te gustaría ser?

El idioma no es una estampilla, no te limites a coleccionar

Mucha gente, sin darse cuenta, se ha convertido en el "coleccionista de 'check-ins'" del aprendizaje de idiomas.

Buscan escribir "dominio de cinco idiomas" en su currículum y les encanta decir "hola" en 20 idiomas. Esto suena muy bien, pero a veces es muy frágil.

De hecho, hay un famoso momento bochornoso en la historia. Un supuesto políglota que afirmaba dominar 58 idiomas fue invitado a un programa de televisión. El presentador invitó a varios hablantes nativos de diferentes países para hacerle preguntas en vivo. Al final, de siete preguntas, apenas logró responder una con dificultad. La situación se tornó extremadamente incómoda.

Él era como un "coleccionista de 'check-ins'" que ha acumulado innumerables guías Michelin, pero nunca ha probado un solo plato. Su conocimiento de idiomas era una pieza de exhibición frágil, no una herramienta para comunicarse.

Esto nos da una señal de alarma a todos los estudiantes de idiomas: El valor de un idioma no radica en cuánto "sabes" de él, sino en lo que "haces" con él.

Los verdaderos maestros usan el idioma para "abrir puertas"

Conozco a algunos verdaderos maestros de idiomas. Quizás no anden presumiendo "hablo 40 idiomas", pero cuando conversas con ellos, descubres que tienen una inmensa curiosidad y una profunda comprensión de cada idioma y su cultura subyacente.

Aprenden idiomas no para poner un "sello de idioma" más en su pasaporte, sino para obtener una llave que les permita abrir las puertas a un nuevo mundo.

  • Aprender un idioma es tener una perspectiva más para ver el mundo. Puedes leer libros en su idioma original, entender películas sin traducir y comprender el humor y la tristeza de otra cultura.
  • Aprender un idioma es una forma más de conectar con los demás. Puedes tener una conversación profunda con un amigo extranjero en su lengua materna, sintiendo esa calidez y resonancia que trascienden las barreras culturales.

Esto es lo más fascinante del aprendizaje de idiomas. No es una carrera de números, sino un viaje de constante descubrimiento y conexión.

Así que, deja de obsesionarte con "¿cuántos idiomas puede aprender una persona como máximo?". Mejor pregúntate: "¿Qué puerta del mundo quiero abrir con el idioma?"

Aunque solo aprendas un idioma nuevo, si logras hacer un amigo con él o entender una historia, ya eres un "conocedor" mucho más exitoso que cualquier "coleccionista de 'check-ins'".

Por supuesto, hoy en día, iniciar una conversación intercultural es más sencillo que nunca. Aplicaciones de chat como Intent tienen una potente función de traducción por IA. Es como tu guía personal, que te ayuda a iniciar fácilmente la primera conversación con cualquier persona en el mundo. Elimina las barreras iniciales para que puedas "saborear" de inmediato el placer de la comunicación intercultural.

Finalmente, recuerda: el idioma no es un trofeo en la pared, sino una llave en tu mano. Lo importante no es cuántas tengas, sino cuántas puertas has abierto con ellas y cuántos paisajes diferentes has descubierto.