La forma en que aprendes idiomas podría estar equivocada desde el principio

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La forma en que aprendes idiomas podría estar equivocada desde el principio

Muchos de nosotros hemos pasado por esto: dedicamos años a estudiar inglés, memorizando un sinfín de palabras, y al final, cuando nos encontramos con un extranjero, lo único que sabemos decir es “How are you?”. O, siempre hemos pensado que aprender un idioma debe empezar con “hola” y “gracias”, para poder charlar con la gente local, para viajar.

Pero, ¿qué pasaría si te dijera que existe una forma más poderosa de aprender, que no busca la “conversación fluida”, sino que convierte el idioma en una llave para desbloquear un mundo que realmente te apasiona?

Hoy, quiero compartir contigo una historia. El protagonista de esta historia es un estudiante taiwanés de doctorado que investiga historia bizantina en Alemania. Para su investigación, se “forzó” a sí mismo a convertirse en un “decodificador” de alemán, francés, griego antiguo y latín.

Ver el aprendizaje de idiomas como un juego de detectives

Imagina esto: eres un detective de primera que se hace cargo de un caso sin resolver que ha estado cubierto de polvo por mil años: el misterio del auge y la caída del Imperio Bizantino.

Este caso es demasiado antiguo; todos los expedientes originales (fuentes primarias) están escritos en dos códigos antiguos (griego antiguo y latín). Para descifrar estas pruebas de primera mano, primero debes aprender a decodificar esos dos códigos.

Para complicar las cosas, en los últimos cien años, algunos de los mejores detectives del mundo (académicos modernos) también han investigado este caso. Ellos escribieron voluminosas notas de análisis en sus idiomas nativos: alemán y francés. Sus hallazgos de investigación son pistas clave para resolver el caso, y simplemente no puedes ignorarlos.

¿Qué hacer?

La única forma es convertirte en un “superdetective” que domina varios idiomas.

Este doctor en historia es precisamente uno de esos “superdetectives”. Su objetivo no es aprender a pedir un café en latín, sino poder leer las obras de Cicerón y disipar la neblina de mil años de historia. Estudió alemán y francés no para charlar casualmente con la gente, sino para poder pararse sobre los hombros de gigantes y comprender las investigaciones académicas de vanguardia.

Mira, cuando el objetivo del aprendizaje cambia de la “comunicación cotidiana” a la “resolución de misterios”, toda la lógica del aprendizaje cambia.

Tu “porqué” determina tu “cómo aprender”

La trayectoria de aprendizaje de este doctor ilustra perfectamente este principio:

  • Griego antiguo y latín: Solo leer, no hablar. Sus profesores no le enseñaron a decir “¿cómo estás?” en clase, sino que directamente sacaron 'Comentarios a la Guerra de las Galias' de César y empezaron a analizar la estructura gramatical. Dado que el objetivo era leer documentos, toda la enseñanza giró en torno a este núcleo. Estudió griego antiguo durante un año y medio, y ni siquiera sabía cómo usarlo para saludos simples, pero esto no le impidió leer esos complejos documentos antiguos.

  • Alemán y francés: Como “herramientas para resolver el caso”. Necesitaba usar el alemán para discusiones académicas profundas con su asesor y compañeros, por lo que su dominio del alemán en todas sus habilidades (escuchar, hablar, leer y escribir) debía ser impecable. Y el francés, por su parte, era una herramienta indispensable para leer un vasto volumen de materiales de investigación. Estos dos idiomas eran sus armas para sobrevivir y luchar en el ámbito académico.

La mayor enseñanza que nos deja esta historia es la siguiente: No preguntes más “¿cómo aprender bien un idioma?”, pregúntate primero “¿por qué estoy aprendiendo?”

¿Quieres entender una película francesa sin subtítulos? ¿Quieres leer una novela original de un autor japonés? ¿O quieres comunicarte con colegas de todo el mundo para completar un proyecto juntos?

Cuanto más específico y apremiante sea tu “porqué”, más dirección y motivación tendrás en tu aprendizaje. Ya no te preocuparás por pensar “esta palabra no sirve para nada”, porque sabrás que cada palabra, cada regla gramatical que aprendas, es una llave para tu “tesoro”.

El idioma es un puente que conecta mundos

Curiosamente, la habilidad de hablar inglés de este doctor, en cambio, se desarrolló en Alemania.

En su campo de investigación, se reunieron académicos de Suecia, Brasil, Italia y otras partes del mundo. Cuando se juntaban, el inglés se convirtió en el idioma común más conveniente. Fue precisamente esta necesidad de comunicación real y orientada a la resolución de problemas lo que hizo que su dominio del inglés avanzara a pasos agigantados.

Esto demuestra precisamente que la esencia del idioma es la conexión. Ya sea para conectar con la sabiduría antigua o con personas de diferentes orígenes culturales en la actualidad.

En el mundo globalizado de hoy, cada uno de nosotros puede convertirse en un “conector”. Quizás no necesites dominar cuatro o cinco idiomas como él, pero tener una herramienta que pueda romper las barreras de comunicación en cualquier momento sin duda te llevará más lejos. Ahora, aplicaciones de chat como Intent ya pueden, a través de su traducción en tiempo real con IA integrada, permitirte comunicarte fácilmente con personas de cualquier rincón del mundo en su idioma nativo. Esto es como equipar tu mente con un “traductor universal”, haciendo que la conexión sea más sencilla que nunca.

Así que, ya no veas aprender un idioma como una tarea tediosa.

Encuentra ese “porqué” que te apasione, encuentra ese “misterio” que quieres resolver. Luego, convierte el idioma en tu herramienta de exploración, y atrévete a explorar ese mundo más amplio. Descubrirás que el proceso de aprendizaje ya no es una lucha dolorosa, sino un viaje de descubrimiento lleno de sorpresas.